Cuenta la leyenda que en el Valle de Hunza, al norte de Pakistán, en un impresionante paraje rodeado de montañas milenarias, habita un pueblo que no conoce las enfermedades y cuyos habitantes viven más allá de los 100 años. Todo apunta que este pueblo conoce un secreto ansiado por todas las civilizaciones humanas… ¿conocen los Hunza la fuente de la eterna juventud?

El secreto del “Oasis de la juventud”
Numerosos expertos se han acercado a este misterioso valle con el fin de descubrir cuál es el secreto de este “oasis de la juventud”. Según parece, los habitantes de esta zona tienen una apariencia mucho más joven que sus pueblos vecinos. Allí, una mujer de 40 puede aparentar como una adolescente y se cuentan historias de madres que dieron a luz a los 65 años. Además, se dice, que estas personas ni siquiera padecen las enfermedades más habituales de la zona.

Una dieta baja en proteínas
Según algunos expertos el secreto de esta extraña longevidad podría estar en la alimentación de los hunza. Con una dieta 100% vegetariana a la que sólo añaden leche como producto animal, este pueblo se alimenta en verano de frutas y verduras crudas. En invierno, enfrentan las bajas temperaturas comiendo albaricoques secos, granos y queso de oveja. En definitiva, una dieta baja en calorías rica en carbohidratos con poco aporte proteíco.

¿Será por el agua?
Otros investigadores aseguran que son los baños de agua helada los que fortalecen exageradamente las defensas de los habitantes del Valle de Hunza. Con unas temperaturas que alcanzan los 15 grados bajo cero, este pueblo deja claro que no teme al frío. Otra teoría habla de las propiedades extraordinarias del agua, unas propiedades que se pueden encontrar también en ríos y lagos en zonas no contaminadas de China y algunas montañas de los Andes.

El fin de un mito
Mientras algunos aventureros buscan una explicación a este mito, otros se han esforzado por desmentirlo. El origen de esta leyenda podría estar asociada a la manera peculiar que tiene este pueblo de contar el tiempo. Los hunza no utilizan calendarios y, por lo tanto, no tienen forma de contabilizar los años desde el nacimiento de una persona. Según parece, este pueblo estima la edad de su habitantes en función de su méritos dentro de la comunidad y su sabiduría.
Esta opción parece algo menos mágica y fantasiosa y, aún así, no suena nada mal eso de definir la edad de las personas en función de cuánto han aprovechado su tiempo… ¿no os parece? 😉