El Museo del Prado, con casi dos siglos de historia a sus espaldas, es uno de los puntos de mayor importancia para el turismo de la ciudad y, probablemente uno de los museos más importante de nuestro país. Todos hemos visto y oído historias sobre las archiconocidas Las Meninas de Velázquez, las Pinturas negras de Goya y el impactante El jardín de las delicias de El Bosco, sin embargo, el Museo del Prado de Madrid esconde entre sus paredes, secretos y leyendo de las que puede que nunca hayas oído hablar.
1. El prado que se convirtió en museo
Parece demasiado obvio para ser real, pero efectivamente, el Museo del Prado fue edificado sobre lo que, de hecho, era un prado. El prado de los Jerónimos era un terreno adyacente al famoso monasterio en el que se edificó el Edificio Villanueva, que según planeaba Carlos III iba a funcionar como la sede del Real Gabinete de Historia Natural.
Con la invasión de Napoleón se plantó la semilla de crear un museo nacional en este espacio y finalmente, Fernando VII se decidió a guardar aquí las colecciones de arte reales. En 1819 empezó a abrirse este espacio al público de vez en cuando. Tras varias intentonas de nombres más literales como Museo Real de pinturas, en 1920 se bautizó definitivamente como Museo del Prado (decreto ley en mano).
2. Bueno, bonito, barato…¿o no?
La calidad de las obras que pueblan las paredes del Museo del Prado es indudable, sin embargo, parece que no lo suficiente para transformarlo en uno de los más visitados del mundo según la AECOM. Podemos consolarnos con un 12º puesto en la lista de los más visitados de Europa y el primer puesto en España. ¿La causa? Puede que el hecho de que es uno de los más caros de Europa… Menos durante las dos últimas horas del día, que la entrada el libre y las colas y las esperas son, en consecuencia, infinitas.
3. El museo que no ardió
Madrid, finales del siglo XIX. El Museo del Prado había dejado de ser una prioridad para el gobierno, que ignoraba la situación de pseudo abandono de las instalaciones. Los trabajadores habitaban en las propias salas y se calentaban con pequeñas hogueras hasta que el periodista Mariano de Cavia, publicó en la portada El Liberal una noticia falsa: el incendio del museo. La reacción ciudadana fue tal que obligó al Estado a ponerse manos a la obra.

4. Un museo en guerra
Durante la Guerra Civil, el bombardeo de la Legión Condor fue el aviso que el museo necesitaba. Las obras corrían peligro y tuvieron que ser trasladadas a la Sociedad de Naciones de Ginebra, en la costa levantina, en lo que ha sido la mayor mudanza de su historia.
Esto sucedió apenas dos meses después de que el 19 de septiembre del año 1936, el gran Pablo Picasso fuese nombrado director del Museo del Prado por el Gobierno de Azaña. Aunque por las circunstancias nunca ejerció como tal, cuenta la leyenda que, durante su exilio, al pintor le gustaba fardar de haber ejercido dicho cargo. La relación entre el artista y el museo fue tan simbólica que éste espacio fue la primera casa del Guernica en España, por deseo expreso de Picasso.
5. El gran robo que no fue…
Todo museo que se precie ha sufrido alguna vez un robo épico y glamouroso. En el caso del Prado la historia no terminó precisamente así. En el año 1961, un hombre intentó colarse en el museo pero cayó desde el tejado antes incluso de entrar. En el bolsillo fue encontrada una nota que detallaba las condiciones para la devolución de las obras robadas.