El estrés, la carrera del día a día o la falta de disciplina hacen que incorporemos malos hábitos a nuestra rutina. A la larga, estos comportamientos pueden resultar muy dañinos. Lo primero es reconocer lo que estamos haciendo mal. Comprueba si te sientes reflejado con algunos de estos comportamientos.
1. No usar protector solar
Los médicos advierten: hay que usarlo siempre, incluso en invierno. No hacerlo puede exponerte a padecer un cáncer de piel, además de molestias oculares y quemaduras leves. En verano y más en la playa es absolutamente imprescindible.

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2. Saltarse las comidas
Lo ideal es comer cinco veces por día y que las comidas sean equilibradas. Muchas veces el estrés cotidiano hace que las personas salgan de casa sin desayunar o que se salten la cena. La merienda para muchos es un lujo. Este desorden alimenticio puede ser muy peligroso y repercutir en un aumento del colesterol malo, la presión sanguínea y el nivel de azúcar en el cuerpo.

3. No dormir lo suficiente
Las personas que duermen menos de lo que necesitan corren más riesgos de padecer problemas psiquiátricos y médicos. Cuando no descansas lo suficiente, tu cerebro y tus emociones sufren desequilibrios que en el largo período puede ser nocivos.

4. Escuchar la música a un volumen muy alto
Escuchar música con los cascos a todo volumen puede dañar tu capacidad auditiva de forma seria y definitiva. Lo ideal es poner un volumen intermedio y descansar después de un par de horas.

5. Vida sedentaria
Es una de las 10 causas principales de mortalidad en el mundo, porque favorece el sobrepeso y las enfermedades cardiovasculares. La inactividad también puede debilitar tus huesos y tus músculos. Además, aumenta la probabilidad de padecer artritis, artrosis y osteoporosis.

6. Abuso de alcohol
Todos pensamos que bebemos poco, pero los datos muestran que una décima parte de la población española consume sistemáticamente una cantidad excesiva de alcohol. El abuso de esta substancia puede causar varios tipos de enfermedades, desde cánceres hasta enfermedades cardiovasculares, digestivas, inflamatorias y metabólicas, como el aumento de ácido úrico y de lípidos de la sangre o la hipertrigliceridemia.
