El café estimula el sistema nervioso central, aumenta el rendimiento físico y los niveles de energía, es rico en antioxidantes, tiene propiedades diuréticas y ayuda a quemar grasa. Pero un exceso de cafeína puede provocar insomnio, dolores de cabeza, ansiedad, taquicardias, molestias gástricas y dependencia. Llegados a ese punto, ¿es posible dejar el café?
Lo es, pero se necesita constancia y un gran esfuerzo. Como en cualquier otra dependencia, si se intenta abandonar el hábito de manera brusca pueden aparecer síntomas similares a los de un síndrome de abstinencia. Por ello, para dejar el café es importante no tener prisa. Lo mejor es ir poco a poco, poniendo en práctica algunos pequeños trucos.
1. Reducir el consumo
Es el punto de partida cuando se quiere dejar el café. Hay diferentes posibilidades: ir reduciendo paulatinamente el número de tazas, rebajar la cantidad de producto en la cafetera o tomarlo en recipientes más pequeños. Conviene ir bajando esa cantidad poco a poco, de esta manera no sentirás tanta ansiedad por dejar el café.

2. Sustituirlo por otras bebidas
Tomar esta bebida se suele asociar con ciertos momentos del día: el desayuno, el tentempié de media mañana, la sobremesa o la merienda. Por ello, una forma de asentar los resultados según se vaya consiguiendo dejar el café es sustituirlo por otra bebida energizante, pero con menos cafeína, como es el té verde.
A pesar de ello, hay quien realmente disfruta del sabor del café y está convencido de que será difícil “desengancharse”. En ese caso, siempre se puede optar por el café descafeinado. Pero no hay que olvidar que el objetivo será rebajar el número de tazas diarias, con o sin cafeína.

3. Descansar
Uno de los motivos que conduce a la dependencia de la cafeína es la necesidad de sentirse despierto y con energías. Por eso, dejar el café será mucho más sencillo si se disfruta de un descanso reparador y se duermen esas horas que el organismo necesita para revitalizarse y afrontar un nuevo día en las mejores condiciones. Una pequeña siesta puede ser la alternativa ideal a ese café que se toma después de comer.

4. Hacer algo de ejercicio
Una de las ventajas de hacer algo de ejercicio al día es que el deporte hace que nuestro organismo segregue endorfinas y serotonina. Estas sustancias contribuyen a que nos sintamos bien, a mejorar nuestro estado de ánimo, a rebajar la ansiedad y el estrés y a dormir mejor. Todo ello ayuda a sobrellevar cualquier efecto que nuestro organismo note al dejar el café y evitará que nos enganchemos de nuevo a él.

5. Cuidar la dieta
Una dieta desequilibrada puede desembocar en cansancio, pérdida de concentración y falta de energías que se intenta compensar con la ingesta de cafeína. Por ello, si se ha tomado la decisión de dejar el café es imprescindible cuidar especialmente la alimentación. El organismo debe recibir todos los nutrientes que necesita.
Un ejemplo: mucho mejor que salir de casa solo con un café que nos ayude a despertarnos es levantarse un poco antes y tomar un desayuno completo con lácteos, cereales y fruta. Y conviene evitar esas comidas pesadas que tanta somnolencia dan.

6. Modificar los hábitos cotidianos
Ya señalábamos que el café, en muchas ocasiones, se identifica con un momento determinado del día. Un pequeño truco que ayuda a dejar la cafeína es cambiar de hábitos. Si estamos acostumbrados a salir a tomar algo en el descanso del trabajo, cambiar esa salida por un paseo y una pieza de fruta es mucho más sano y ayuda a olvidarse del café.

7. Relajarse
Dejar el café, sobre todo si hay una dependencia elevada, no es fácil. Será inevitable que en algunos momentos se sienta auténtica desesperación por tomarse uno. Para evitar esa ansiedad, se pueden realizar ejercicios de relajación. Yoga, taichi o mindfulness son una perfecta válvula de escape para el estrés.

8. Estar plenamente convencido
De nada servirá todo lo anterior si la decisión de dejar el café o de reducir su ingesta no se toma estando totalmente convencido de ello. La tentación siempre estará ahí y volver a caer será muy sencillo. Por eso, es importante tomar la decisión siendo muy consciente de lo que el proceso va a suponer.

Para animarse y conseguir dejar el café, siempre es buena idea marcarse un pequeño plan y premiarse por seguirlo. Puede ser, por ejemplo, tomar un café menos al día cada semana y darse un pequeño capricho cuando se haya conseguido el objetivo.
Siguiendo estos consejos, dejar el café (o al menos tomarlo en cantidades moderadas) es posible. Pero no hay que llevarse a engaños: se necesita perseverancia.